Temor a solicitar créditos con Asnef

Se trata de una pregunta más difícil de responder de lo que pudiera parecer en un momento, de manera que te pedimos que leas el artículo completo, además de buscar otra información de distintas fuentes, antes de adoptar una postura definitiva al respecto.

Se trata de una pregunta más difícil de responder de lo que pudiera parecer en un momento, de manera que te pedimos que leas el artículo completo, además de buscar otra información de distintas fuentes, antes de adoptar una postura definitiva al respecto. En caso de que solo pudiéramos dar una respuesta de “sí o no”, dejando a un lado que dicha respuesta resultaría sesgada y carente de utilidad, probablemente tendríamos que decir que sí está justificado. Pero siguiendo la misma lógica también habría que decir que el miedo a salir a la calle por los riesgos de que te atropellen están justificados. ¿Es posible que ocurra algo malo? Sí. ¿Puedes hacerlo evitando que ese algo malo suceda? Por supuesto.

A lo largo de este artículo vamos a comentar tanto los riesgos ciertos que existen (sin exagerarlos ni menospreciarlos, pues lo que queremos es brindarte información honesta) como las ventajas de esta clase de préstamos. A lo largo de estas líneas te advertiremos de los principales peligros y de cómo evitarlos para disfrutar de los beneficios que los préstamos online legítimos ofrecen.

¿Qué peligros tiene solicitar créditos online?
Hay una pregunta que más de uno se hace, y esta es, ¿por qué iba ninguna entidad a ofrecer préstamos a aquellos cuyos nombres están incluídos en una lista de morosos? Pues bien, si existen prestamistas que ofrecen a estas personas préstamos con Asnef (uno de los principales listados de esta clase) es en parte debido a que hay diversas razones por las que uno puede terminar en dichas listas. Hay entidades y compañías que se aprovechan de la existencia de tales listas como poco menos que una herramienta de extorsión que se puede utilizar en contra de sus clientes. Por ello, hay nombres que terminan incluídos sin que esto responda a una tendencia real a no cumplir con sus deudas.

Aclarado esto, también hemos de tener en cuenta que las personas que figuran en listados como este suelen ser presas de una notable desesperación, lo cual les convierte en objetivos perfectos para los estafadores. Esto es así a tenor de que, debido a la inquietud que uno siente cuando debe hacer frente a un pago de urgencia y carece del dinero necesario, es probable que cometa el error de no informarse bien para evitar caer en una estafa, seducidos muchas veces por el atractivo de los créditos rápidos, sin detenerse a comprobar que la entidad que los ofrece sea de confianza.

Así pues, sí, hay prestamistas indignos de confianza que se hacen pasar por legítimos. Como el número de entidades que ofrecen esta clase de créditos es tan elevado, no resulta tan difícil introducirse entre ellas sin que los detecten. Sí, tarde o temprano lo más normal es que se les identifique, pero para entonces pueden haber perjudicado a más de un incauto e incluso haber “huído” con su botín. De manera que, en cualquier caso, debes vigilar muy bien con quién tratas.

Para ello no te precipites, y además de revisar ofertas y condiciones, comprueba la información del prestamista. Asegúrate de comprobar que está regulado y controlado por las autoridades que corresponda y que nunca se ha visto envuelto en actividades ilícitas ni ha tenido relación con entidades que lo hayan hecho.

Otro gran peligro es el cobro de presuntas “comisiones”, tras el cual el prestamista desaparece sin más. Para evitar esto, no confíes en quien te ofrezca retirar tu nombre de las listas de morosos, ni de quien se excuse en la necesidad de cubrir unos gastos de transferencia o gestión. De hecho, no te fíes de tener que pagar nada por adelantado. Se supone que quien necesita con urgencia dinero eres tú, no la entidad que ofrece el crédito.

¿Cuáles son las ventajas de pedir préstamos online?
Ya hemos hablado de algunas de ellas. Está el hecho de que es posible acceder a un tipo determinado de ellos incluso cuando nuestro nombre se encuentra en un listado como el de Asnef. Sobra decir nada más sobre por qué se trata de un punto tan positivo para mucha gente.

También destaca la velocidad. No hay más papeleo que un breve formulario, y el dinero llega en muy poco tiempo. Amén de que uno de los motivos a raíz de los cuales existe tan poca necesidad de rellenar y aportar documentos es el hecho de que existen préstamos online para los que no es necesario ofrecer avales ni vincular nóminas, de tal manera que se agiliza mucho el asunto al tiempo que se facilita el acceso de aquellos cuya situación resulta más delicada.

Las ofertas que se ofrecen, orientadas a paliar el miedo de los nuevos usuarios y darles la oportunidad de probar estas fuentes de efectivo sin correr riesgos, son otro de los grandes atractivos, puesto que en ocasiones llega a tratarse de créditos “de prueba” libres de cualquier coste e interés.

En cataluña es donde más créditos rápidos se conceden

"Durante el año 2015, en Cataluña se concedió el mayor número de créditos rápidos a través del servicio financiero de micropréstamos online QuéBueno.es. Aún así, la comunidad autónoma con más créditos concedidos en relación a su población fue Canarias.

España, durante estos últimos años, ha experimentado un crecimiento tanto en el número de servicios que ofrecen créditos rápidos online, como en el número de solicitudes que se efectúan en estas páginas.

Las comunidades donde se conceden más créditos son Cataluña y la Comunidad de Madrid. Entre ambas comunidades agrupan el 39,28% del total de préstamos concedidos durante el pasado año en nuestro país, un número que supera a los que se concedieron en 15 comunidades juntas. Sin embargo, son las Islas Canarias las que cuentan con un porcentaje más alto en relación al número de habitantes. Otro caso interesante es el de Cantabria que, aún estando en la 15ª posición respecto a créditos concedidos totales, ocupa la 4ª posición si tenemos en cuenta su población.

Extremadura es la comunidad autónoma en la cual se conceden menos minicréditos rápidos por número de habitantes, sin embargo, como puede verse en el gráfico 2, se sitúa por delante de 5 comunidades en lo que respecta a registros en la web.

Por otro lado, en referencia a registros dentro de la página web de QuéBueno.es, lo cual no siempre significa que se conceda el crédito online, Cataluña y la Comunidad de Madrid vuelven a situarse en primera posición, debido a que estas comunidades cuentan con las dos ciudades más importantes del país a nivel económico e industrial. Andalucía se sitúa prácticamente a la misma altura que Madrid. Eso sí, la primera supera a la segunda en casi 2 millones de habitantes. Es por ello que Andalucía pasa a la penúltima posición de préstamos solicitados por comunidad cuando tenemos en cuenta la proporción respecto la población de cada una de ellas, superando únicamente a Extremadura.

Debido al incremento de páginas web que ofrecen créditos rápidos y al gran número de micropréstamos que se solicitan diariamente, es necesario incrementar la información y educación financiera de los ciudadanos para que puedan distinguir con mayor facilidad un servicio de calidad y verídico, como es el caso de QuéBueno.es, de otros servicios cometedores de fraude y que desprestigian la imagen de marca del sector. Además, QuéBueno.es, a través de su blog, ofrece artículos mediante los cuales el usuario puede conocer mucho mejor todas las características de los mini préstamos online, como el hecho de que son préstamos urgentes sin nómina que se conceden de forma ágil pero segura.

Anónimo Camagüeyano

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Laughing Woman with a Cup, c. 1955 by Stephen D. Colhoun
Laughing Woman with a Cup, c. 1955 by Stephen D. Colhoun
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Anónimo camagüeyano


para Carlín Galán,
anónimo para los que no tuvieron la dicha de conocerle,
inolvidable para los que con él compartimos las noches camagüeyanas.
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Quiero bajar la voz hasta hacerla un susurro
y con ese murmullo ofrecerte el homenaje que te mereces.
No quiero que se despierte nadie ilustre, ningún pomposo
que preguntará, insolente, "¿quién fue ése?".
Ese fue Carlín Galán, viejo Rey Lear de Puerto Príncipe,
ese puerto rodeado de tierra por todas partes, rada del absurdo y la arena seca.
Callecita de El Lugareño. Casita de El Lugareño,
en la que para ir al baño había que cruzar el camino de costado
como los egipcios perpetuados en los cuencos.
En las paredes se agolpaban Amelia Peláez, Víctor Manuel, Portocarrero,
la máscara mortuoria de Emilito Ballagas. Amigablemente,
compartían el silencio de las paredes muertas.
Hermano de Natalio, no te tocó ni una sola nota de la gloria
que no sea esa de vivir con consecuencia tu vida y la despedida.
Amigo del trémulo Virgilio, del desdoblamiento de Carbonell;
amigo de los que sufridamente alcanzaron algún risco antes de caer.
Siempre despidiendo en silencio, tal vez armando tu propia despedida.
Cuando abrieron la veda del transterrado, cruzaste el Estrecho de La Florida
a reencontrarte con el sueño de la familia
y regresaste horrorizado por la pesadilla de la realidad. Creo que nunca más volviste.
Al entrar al Tasende o al Principal, entraba la Reina Madre de Inglaterra
disfrazada de pueblerina camagüeyana: no podías ir de incógnito
porque lo que se representaría sobre los escenarios
sería siempre mucho menor a tu pequeña estatura.
Jamás alcanzaría tu elocuencia. Jamás imitarían tu gracia y tu mordacidad.
Ningún silencio sería comparable al tuyo,
cuando aprovechabas para dar una profunda calada al cigarrillo
y quedarte entre humos, envuelto en otros mundos.
La noche la cerraban las sonrisas:
esa silenciosa ovación del labio superior contra el de abajo.
Sé que has muerto hace poco: has vivido largos años.
No volveremos a repetir aquellas veladas en tu casa
cuando abrías la Caja de Pandora de la historia subterránea.
No volveremos a encontrarte en el Parque Agramonte, ni en los escasos teatros
persiguiendo siempre algún atisbo del arte.
No volveremos a verte ―al menos por ahora―;
pero por siempre serás nuestro Rey Lear, nuestra Reina Madre, nuestro alien de New York,
y nuestro Kral Majales de Camagüey, extemporáneo como todos los grandes,
silencioso como todos los anónimos.
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(Madrid, 7 de Marzo de 1998)
© 1998 David Lago González
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Deuda pendiente, deuda saldada (nunca del todo…)

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DAVID 001
(Camagüey, c. 1979)
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Una noche del año de 2006

para Isabel

Una noche del año de dos mil seis
yo estaba para morir.
Cerca ya de abrirse la madrugada
Isabel limpiaba las decadencias
de mis años que se iban.
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Al sentir tantas cosas inusuales
le pedí que llamara a la doctora M…
La doctora contestó que su guardia terminaba
y que mejor esperara a la entrada del nuevo turno,
frialdad y rutina de fábricas.
Yo pensé, con tan pobre disposición
poco puede hacer por mi cuerpo y sus anclajes.
No insistí. No me puse pesado.
Isabel me arropó y me besó en la frente,
o yo creí, o yo vi que me besaba
y me decía “Hasta mañana.”
Entonces me morí por un rato,
pero al cabo de unas horas
volvieron las mismas decadencias a devolverme la vida.
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(Hospital “Ramón y Cajal”, Madrid, 1 de septiembre de 2011)
© 2011 David Lago González
***

15 de agosto de 1910–15 de agosto de 2011

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002
Agustina González Fagundo, 1930
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ESTUVE A VERTE EL DOMINGO, último día del año.
Quería leer tu nombre en la puerta.
Un nombre más, perdido y solo entre un mar de idéntico granito,
adornado con frases hechas que la moldura uniforme les hace perder signi­ficado,
y números, números por todas partes,
adocenando personas que una vez fueron únicas,
al menos distintas unas de otras.
Los números en los últimos tiempos te han perseguido
con una cierta saña: fuiste la 615, la 417, la 514, la 642;
ahora eres la 29, y sólo hasta dentro de diez años.
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Pero han sido generosos
y para no despojarte totalmente de la individualidad
siempre te añadieron una letra: has saltado de la A a la D
pasando por la C, omitiendo siempre la B,
para finalmente volver a la inversa a la primera.
Con la A viniste y te fuiste con ella, como marca de nacimiento.
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A de abismo, de amputar,
de abnegar y abocar; la A de abofetear, fuerte y con rabia;
la misma de abogar, defendiéndote como un inocente
que el jurado confunde y condena a muerte;
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la A de abominación, de abonar,
y de abordar un velero sin retorno;
la de abrasar y abrazar,
unidas por un abrazo agostador y definitivo;
la que abriga, la que se abre como una grieta vencida por el tiempo;
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la A de absoluta,
como corresponde a una reina que ejerce su cesarismo
desde la abundancia pulular de un trópico enriquecido por la luz carcajeante de la nieve.
La que acecha y acepta al acerbo vencedor.
Acierta con acidia el enigma que se adentra un paso más cada día
hasta acomodarse en el destino como un escolta a la sombra de su rey.
La A de acompañar, de ser compañera de camino,
amiga,
y de actuar como un acróbata atrapando su trapecio en el aire
para no adjudicar del ornamento de ser el cisne del circo.
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A de afanarse en terminar el trabajo con dignidad y puntualidad.
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A de afortunada.
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Y también, la terrible A de agonizar,
con el aguante paciente y mudo de un alfiletero.
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La A del aguanieve, que cae, afilando una lluvia imperceptible
y cala hasta lo más hondo su chirimía afinada,
instalándola para siempre en nuestros corazones
como un cepo olvidado en el bosque
donde caen los animales una y otra vez
y se agolpan sus osamentas contra la sombra de los árboles.
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Aislamiento de la cadena que se queda sin su áncora,
al garete en sus bandazos contra la nave que parte
y en medio de la noche levanta su alarido lento y sincopado
de alma que tonifica la niebla.
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La A de la alquimia y la piedra filosofal.
La A oculta en el bienquerer, apasionada como un idólatra, adoradora
de la conquista desplegada a su abrazo: sólidas agarraderas de su dársena ambulante.
Y la A de agur devenido en abur; la A del adiós.
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Números y letras han llenado los últimos años de tu vida,
y te acompañan en el silencio interminable
junto a estos versos que quieren rescatarte del anonimato
para ofrecerte el recuerdo y restablecer tu cuerpo intacto
y el alma que se traslucía a la sombra de tus ojos.
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Quise dar un toque de distinción a tu puerta
con palabras que intentaran ser otras
para subrayar lo que es desigual al resto de ese campo inmenso y silencioso,
ya sabes, en fin de cuentas un código entre nosotros,
―un estar donde tú estás y tú estar donde yo esté―,
pero todo ha de pagarse religiosamente, amiga,
en este mundo que abandonas
y las palabras, aun siendo nuestras, escancian mis maltrechas divisas,
como un diezmo que nos cobran injustamente
por haber disfrutado de la embriaguez de habernos conocido.
Pronunciémoslas ahora en voz baja,
sin que se percaten de ello los tasadores de impuestos;
pronunciémoslas,
para sellar nuestro encuentro en esta mañana de invierno,
soleada y limpia, tregua de borrascas encontradas,
en este campo inmenso y silencioso, sembrado de paredones
y flores que se marchitan;
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pon tus labios con los míos
y sin que nadie nos oiga escribamos en el aire:

"Ay, un estremecimiento: eres.
Y estás a mi lado."

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1996. 6 de enero.
© 1996 David Lago González